Bueno, bueno. Ya terminó Eurovisión. Este año me ha gustado mucho el programa, por varias razones, una de ellas, que haya ganado Alemania, un país que llevaba varios años relegado a los últimos puestos (al bottom), y que, rompiendo todos los tópicos que se dicen sobre Eurovisión, ha logrado elevar a Lena, su joven representante, al primer lugar.
Otra razón es que este año no había un favorito claro y destacado, aunque se hablaba de Azerbayán, Armenia, Islandia, Dinamarca... Al final, se han roto buena parte de los pronósticos. La votación ha estado emocionante, con algunos cambios de puesto. Al principio, hasta me asusté pensando que iba a ganar Dinamarca y su plagiaria y anticuada canción seudo-abba, pero pronto se fue definiendo la ganadora.
Algunos resultados son sorprendentes, otros no tanto. Grecia, que se suponía iba a hacer buen puesto, quedó octava. Armenia y Azarbayán no alcanzaron los objetivos esperados, aunque esta última quedó bastante bien. Rumanía, que a mí personalmente me gustaba mucho, tuvo un justo tercer puesto, pero fue bastante inesperado. Turquía segunda, con un tema roquero muy moderno.
Los descalabros de Israel, por mala interpretación, de Noruega (por canción pasada de moda), y de Islandia, por lo mismo que Noruega, por un lado; y el duodécimo puesto para otro habitual del bottom como Francia, con su alegre y pachanguera canción, también llamaron la atención, así como los pocos votos de Serbia (¿no decían que los balcánicos siempre ganan?), y los excesivos de Rusia (la peor canción quedó en puesto undécimo), hacen replantearse muchas cosas.
La llegada a Eurovisión de un público joven hace que ya no gusten las típicas canciones folklóricas y las "festivaleras" (aunque el ejemplo de Dinamarca parece indicar lo contrario, ay, con lo malos que eran esos dos); así pues, es totalmente explicable el existazo de Alemania y de Turquía. Aunque sí es cierto que hay varios países que lleven lo que lleven tienen un buen número de votos asegurados (Turquía, Rumanía, Armenia, Azerbayán, Rusia, Grecia, etc), no es menos cierto que gana quien gusta a todos los países. Lo del vecinismo no es tan grave como lo del voto "diáspora" o voto "inmigrante", que eso sí que tendrían que mirarlo de cara al futuro para corregir, ya que distorsiona gravemente el concurso. El vecinismo, además, solo se da en ciertos ambientes, porque España, desde luego solo se beneficia de ello en el caso de Portugal, porque otros países de nuestro entorno (Francia) no nos votan. Este año hemos visto, con sorpresa, que países del Este y bálticos nos han dado puntos. Moldavia, que es del Este, ha quedado de los últimos, y Reino Unido, con su canción pasadísima de moda, último.
Sin embargo, este año será recordado por un par de hechos históricos no precisamente positivos. Es la primera vez que un cantante canta dos veces (y no por ganar). Y cómo no, este país ha sido España, siempre dando la nota a nivel internacional. El culpable, un espontáneo de cuyo nombre no quiero acordarme, catalán, que saltó al escenario, burlando las medidas de seguridad noruegas (bastante mediocres, por lo que se ve) y se metió entre los bailarines del cantante español. No sé si esto nos ha perjudicado o ayudado, pero Daniel Diges, nuestro representante, ha quedado en uno de los mejores puestos de los últimos años, el décimoquinto. Bueno, no está mal.